El virus del
SIDA ingresa al organismo a través de la sangre, el semen y los fluidos vaginales y una vez
incorporado ataca el sistema inmunológico. Este sistema está constituido por un
conjunto de componentes que incluyen células, anticuerpos y sustancias
circulantes que enfrente a todo elemento que sea reconocido como ajeno o
extraño. Esto sucede, especialmente con los agentes infecciosos como bacterias,
hongos, virus y parásitos.
Frente a la
presencia de agentes infecciosos el sistema inmunológico moviliza para
defenderse células llamadas linfocitos. Los linfocitos, al ser invadidos por el
virus VIH pierden su capacidad para reconocer y enfrentar a los agentes extraños,
los que aprovechan la oportunidad de esta caída de la vigilancia
inmunológica para proliferar. Para multiplicarse, el virus pone en
funcionamiento un mecanismo específico de los retrovirus por el cual copia su
genoma (conjunto de información genética de un ser vivo) de ARN, en el ADN de la célula. La presencia del virus estimula la actividad reproductiva de los
linfocitos pero, dado que tienen copiado el genoma del VIH, en vez de
reproducirse, multiplican células virales.